martes, 26 de noviembre de 2019

2019/11 Zulia: 26 - Los 3 de Billo: Cheo, Felipe y Memo

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Noviembre 2019 - Estado Zulia La Tierra del Sol Amada 

Herencias y Herederos (26) - Los 3 de Billo: Cheo, Felipe y Memo
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Billos Caracas Boys Tres Regalos (Danzón
Maracaibo 62)

Cheo García
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Si alguien merece un puesto en la historia de la música popular del siglo xx, es Cheo García, uno de los más grandes guaracheros venezolanos de todos los tiempos.
Desde niño incursionó en la música formando parte de una agrupación infantil de la que era solista. Posteriormente, va a estar inmerso en otras agrupaciones orquestales de Maracaibo, ciudad donde nació un 1º de Mayo de 1926.
Cheo García se vino a Caracas en los años 50, donde probó suerte con las mejores orquestas del momento hasta que en 1960, logra entrar a la Orquesta del Maestro Billo Frometa con la cual permaneció 21 años demostrando su calidad artística, y su responsabilidad como profesional.
A su salida de la renombrada organización, decidió incursionar con Los Melódicos de Renato Capriles, con la cual duro cortó tiempo, ya que en sus planes estaba fundar su propia orquesta con Memo Morales, lo cual hizo realidad y en donde también participaron Gustavo Farrera y Luis Marea.
Cheo García, logro grabar en vida un tema de su inspiración, lo que calificamos de primicia, al cual le puso como título "Quiero", y cuya temática, según afirmaba el propio cantante, está dedicada a esos grandes amores de la vida. Este insigne guarachero venezolano, falleció el 20 de Diciembre de 1994.
Sin duda alguna, uno de los más grandes guaracheros de todos los tiempos.
https://www.avinpro.com/biografias/cheo-garcia.asp

Cheo García - El guarachero de Venezuela
(Biografia Billos2016)

Cheo García - Pa Maracaibo me voy

Liberarte: El bolero aún llora por Felipe Pirela

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En el barrrio El Empedrao, Parroquia de Santa Lucía, no solo quedaba la barbería que era muy populachera, y que el grupo gaitero Pillopo inmortalizó en una de sus gaitas, sino también la casa en la cual el 4 de septiembre de 1941 nació Felipe Pirela.
Considerado como el dueño de una de las mejores voces de Latinoamérica, Pirela quería ser cantante desde muy pequeño, aunque su padre siempre quiso que emulara al gran Luis Aparicio. Y así fue creciendo el jovencito, hasta que definitivamente sus ganas por la música lograron convencer a su familia y por ahí comenzó a canalizar sus inquietudes.
Estuvo en las orquestas de Juanito Arqueta y Los Peniques y así el chisme de su privilegiada voz llegó a los oídos de Billo Frómeta, un maestro dominicano quien, luego de superar la división de su orquesta y un veto por la Asociación de Músicos del estado Miranda, se fue a la capital zuliana a contratar al guarachero Cheo García.
De visita en Maracaibo logró que los padres de Pirela lo recibieran para ultimar los detalles de su contratación. Ellos, vistieron sus mejores galas, prepararon la mejor casa para recibir a Billo. Cuando tocó a la puerta, Felipe comenzó a cantar en gesto de bienvenida, pero el dominicano lo interrumpió. Dijo que lo quería para su grupo para que interpretara los boleros.
A los 19 años comenzó a escribirse su mito. Así estuvo el chico en la Billo’s Caracas Boys, poniéndole voz a los boleros en decenas de bailes. Cuando sintió que había tocado techo, hizo caso para firmar con la disquera Velvet su contrato como solista. Le tocó a otro joven, José Luis Rodríguez, sustituirlo.
El éxito de Pirela fue tan grande, como desolador. Así como fue arrollando por su carisma y voz, también se fue envolviendo en escándalos. El matrimonio con Mariela Montiel, quien solo tenía 13 años, el tormentoso divorcio, las acusaciones de homosexualidad y violencia, así como señalamiento en problemas de drogas, llevaron al zuliano a irse del país.
Primero México, luego República Dominicana y, finalmente, Puerto Rico donde en un episodio nunca bien esclarecido, recibió cinco disparos mientras salía de un club nocturno, la madrugada del 2 de julio de 1972.
http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/chevere/el-bolero-aun-llora-por-felipe-pirela/

Biografías: Felipe Pirela (Parte 1)
Biografías: Felipe Pirela (Parte 2)
Biografías: Felipe Pirela (Parte 3)
Mas de 10 minutos con (Felipe Pirela - Tributo)

La fiesta eterna de Memo Morales



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Carlos Cova Noviembre 24, 2019


Cuando no fue granero mismo, nuestro país acogió, nutrió e impulsó a una constelación de figuras que elevaron la media mundial de festejo y goce. La Billo’s Caracas Boys sería uno de los puntales del movimiento y, dentro de ella, la etapa de Morales una de las de mayor esplendor.

Decantación de un estilo. La vocación de Morales se manifiesta tempranamente, en su Maracaibo natal, cantando en programas radiales para aficionados. Uno de ellos nos lo descubre ya en la capital, en 1945 (con 9 años de edad), interpretando el tango “Princesita rubia”, que lo hará merecedor del primer premio.
Esa pequeña fama no le alcanzará, sin embargo, para pagar el transporte que lo lleva y lo trae entre la avenida El Atlántico y la Escuela Miguel Antonio Caro de Catia, por lo que canta también al momento de franquear el torniquete del autobús. Tras esa primera experiencia capitalina, Memo volverá a Maracaibo a terminar de pulir sus dotes musicales.
En el estado Zulia han nacido por aquel entonces una serie de talentos que recalarán a partir de la década del 50 en la famosa quinta “Lilian”, de la avenida Andrés Bello, suerte de embajada en la que se hospedan, entre otros, Felipe Pirela, Teresa Antúnez, Raiza Portillo y Beto Parra. Memo ejerce como “secretario delegado” de esta misión maracucha y establece sus primeros vínculos en el ámbito musical caraqueño.
En 1955 comienza a trabajar como atrilero de la Orquesta de Juanito Arteta. Allí recibirá la más grande influencia de su vida artística: Rafael Machado, cantante del conjunto, le legará el estilo de interpretación de aire andaluz que se venía imponiendo en tierras americanas gracias a la nostálgica proyección de los Churumbeles de España, proscritos del régimen franquista.
Ya entonces, aun cuando se reconoce como un cantante “redondo”, es decir, que aborda con solvencia todos los géneros, Memo sabe que la clave del éxito está en la definición de un estilo propio. Durante aquella encarnizada competencia de talentos, ningún otro solista optará por el mismo camino, exclusividad que a Morales le valdrá más tarde el epíteto de “el Gitano Maracucho”.
Ni se compra ni se vende. Hablar de aquellos tiempos como de competencia “encarnizada” es más que una frase hecha puesto que innumerables son los grupos y orquestas que proliferan a finales de los años 50, debido al creciente mercado del entretenimiento musical. Grabaciones de discos, presentaciones en clubes y restaurantes, programas de radio y televisión, festivales y fiestas patronales conforman una veta rabiosamente explotada por los mandamases del negocio.
Agrupaciones y disqueras se pelean a muerte por músicos e intérpretes, quienes a su vez se van permutando entre unas y otras. En menos de tres años, Memo Morales pasa por las orquestas de Carlos Torres, Luis Alfonzo Larrain, Leonardo Pedroza y los Hermanos Salani, así como por los conjuntos Los Solistas y Los Peniques.
Una vez solventado el impasse, Memo, paradójicamente, no integrará la alineación de la nueva Billo’s Caracas Boys, aun cuando sí aconseja la contratación de Felipe Pirela y Cheo García, coterráneos con los que Frómeta soñaba conformar un dream team marabino (los “Tres regalos” que en forma de chachachá ofrendará a la tierra que lo ha acogido en su mala hora). Ese tercer solista será, en cambio, Joe Urdaneta, a quien tres años después, en 1964, sustituirá al fin Memo Morales, “robado” por Billo a la Orquesta de los Hermanos Salani.
“¿Y tú cantas pasodobles?” En la medida en que antes ni después hubo fórmulas que equipararan lo alcanzado por esta estrecha colaboración, el vínculo entre director y cantante resultará un acontecimiento extraordinario para el mundo musical, si bien ciertas circunstancias parecen impuestas por un destino de caprichos melómanos. Una de ellas, el hecho de que el maestro no hubiera pensado nunca antes en Morales para interpretar pasodobles.

Fue a solicitud de este y al hecho de que contara en su repertorio íntimo con una docena de temas cedidos por su viejo amigo Rafael Machado (entre ellos “Fea” y “Adiós, España”) que Billo se decide a añadir voz a sus bailes españoles, que hasta entonces habían sido instrumentales (“Don Felipe Mota”, “Campanera”, “La luz de tus ojos”, “Don Quijote”, “Gallito”, etc.), imponiendo nuevas sonoridades a su arcoíris melódico. Incitado en otro momento por Morales, el dominicano se atreverá a cantar en una presentación en vivo —algo inusual en él— uno de aquellos pasodobles de Memo (“Si vas a Calatayud”), con lo que, según el cantante, irá tomando confianza hasta llegar a grabar un disco vocalizando sus propias canciones, en 1970.
En los siguientes doce años, Memo Morales sumará una larga lista de éxitos como “Ni se compra ni se vende”, “La niña Isabel”, “Se necesitan dos”, “Dámele betún”, “El tunante”, “Fantasía moruna”, “Juanita bonita”, “Y viva España”, “Eva”, “La canción de Caracas”, etc., que le reservan ese lugar del que hablamos al principio, junto a nuestras querencias y recuerdos más hondos.
Se va el caimán… No obstante la diferencia de edad, 22 años, entre Billo y Memo se mantendrá un gran afecto hasta el final, lo que, contradictoriamente, pudo haber sido la razón de la salida del cantante de la orquesta en marzo de 1976. Reconocerá Frómeta, años después, que ser el preferido le granjeó a Memo celos y envidias por parte de los demás músicos del conjunto, circunstancia que se traducirá en cierta incompatibilidad de caracteres.
Alegaría Morales, por su parte, la necesidad de descansar de ese forzado ritmo al que la Billo’s laboraba, a razón de varios toques diarios por largos períodos. Marchado el maracucho, Frómeta exclamará con soberbia: ¡No hago más cantantes!”, molesto por verlos sumarse a su lista de competidores.

Menos de un año más tarde Memo vuelve al ruedo, esta vez como solista, realizando una gira por EEUU. A finales de 1977, jugará para el que pudiera tenerse por rival de Billo (en la realidad no lo fueron): Renato Capriles. Este lo contrata para la Orquesta Los Solistas, armando un trabuco de intérpretes con Verónica Rey y Carlos Argentino. Trabajará los siguientes años en varias agrupaciones, como La Inmensa, del propio Renato; Federico y su Orquesta, con la cual graba su último éxito (“Mi promesa”); y La Nuestra, en compañía de Luisín Landáez y ya en faceta de empresario.
Una vez decide formar con Cheo García La Gran Orquesta, en 1984, Memo completa un periplo vital iniciado en 1950 cuando ambos se conocen o, más bien, cuando el primero descubre al segundo en la ciudad de Maracaibo. Juntos revivirán su etapa dorada como miembros de la Billo’s hasta el fallecimiento de Cheo, una década después.
¡Adiós, Caracas! La capacidad de trabajo de Memo le lleva a integrar la orquesta de Guillermo Morales, su hijo, a lo largo de sus postreros veinte años, demostrando idéntica efusión por el canto a la que mostrara en aquella casita de la calle Libertad, de la parroquia Santa Bárbara, que lo viera nacer en 1936.
Sus últimos aplausos los recibirá en la misma locación del Club Casablanca, donde diera sus pinitos con la Orquesta de Luis Alfonzo Larrain, como si el tiempo se hubiera suspendido en una larga nota musical, propia de una fiesta eterna.
http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/historias/la-fiesta-eterna-de-memo-morales/

Memo Morales Biografía El Gitano  Maracucho (Parte 1)

Memo Morales Biografía El Gitano  Maracucho (Parte 2)


Memo Morales Biografía El Gitano  Maracucho (Parte 3)

Memo Morales con  la Billos Ni se compra ni se vende (En vivo 1982)
Billos Caracas Boys Mosaico N° 7 (Felipe Pirela y Cheo García)

Cheo & Memo Homenaje a Billo

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